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Cuida de ti y de tus adultos mayores

Written by: Ashley Cummings, Contributing B2B Content Writer
Published: August 15, 2024

La vida es cíclica.

Al nacer, dependes completamente de tus cuidadores para obtener amor, atención, comida, ropa y todo lo que necesitas para tener una vida cómoda.

Durante la etapa en la que tus cuidadores satisfacen todas tus necesidades, también se esfuerzan por mantener su salud física, mental y emocional. Es estresante.

Pero los roles cambian a medida que avanza la vida.

Esos niños, que alguna vez fueron completamente dependientes, se convierten en personas adultas capaces y los cuidadores envejecen. Hacia el final de la vida, algunos adultos mayores (que tiene una gran experiencia de vida) dependen de la ayuda de sus hijos.

Este ciclo es delicado y desafiante para cualquiera, especialmente si también debes cuidar a una familia joven y tratar de mantener tu propia salud.

Nuestro artículo te ayudará a entender cuándo es el momento de intervenir y de brindar cuidados a una persona mayor. También profundizaremos en los recursos disponibles que facilitan la transición.

Conoce cuándo es apropiado intervenir

Es difícil saber cuándo ofrecer ayuda para cuidar a una persona mayor en tu vida. Esto es especialmente cierto, dado que tienen experiencia en cuidar, guiar y apoyar, en lugar de recibir ayuda.

A medida que las personas mayores en tu vida envejecen, presta atención a estas señales que pueden indicar que necesitas intervenir en su atención médica y bienestar:

  • Cambios en la salud física: presta atención a las dificultades para caminar, mantener el equilibrio o hacer tareas diarias como vestirse o bañarse.
  • Preocupaciones de salud mental: observa si hay señales de aumento de olvido o confusión, así como cambios drásticos en el estado de ánimo o en el comportamiento. Estos cambios podrían indicar una enfermedad, demencia o depresión.
  • Problemas de seguridad en el hogar: observa si el entorno de vida se vuelve inseguro. ¿Notas reparaciones sin atender, desorden que podría causar accidentes, o dificultades para mantener el lugar limpio?
  • Mala administración financiera: puede que estos problemas sean más difíciles de detectar. Pero presta atención si comienzas a notar cuentas sin pagar, gastos inusuales o decisiones financieras que parecen fuera de lugar.
  • Retraimiento social: ¿notas que tu ser querido es menos sociable? Identifica si disminuyó su interacción con amistades, familiares o su participación en actividades comunitarias. Faltar a los eventos sociales favoritos puede ser un indicador de dificultades en la movilidad, problemas de salud o angustia emocional.
  • Falta de autocuidado: no mantener la higiene personal puede ser un signo de dificultades físicas o de falta de motivación. El autocuidado deficiente puede ser motivo para tener una conversación sobre la necesidad de asistencia.
  • Incapacidad para conducir: ¿sientes temor cuando tu ser querido conduce? Actúa si notas que tiene tiempos de reacción más lentos, confusión al conducir o algún accidente reciente.
  • Comentarios de otras personas: escucha las preocupaciones de las amistades, vecinos o familiares de tu adulto mayor. Esto puede reforzar tus sospechas de que es hora de ofrecerle ayuda adicional.

Todas las señales anteriores indican que esa persona mayor por quien sientes afecto necesita ayuda. Pero decirle que la necesita también representa una dificultad, especialmente si la persona se ha vuelto terca o si era sumamente independiente.

Estas son algunas maneras de iniciar conversaciones delicadas sobre asumir el papel de cuidador:

  • Infórmate. Antes de hablar del tema, asegúrate de tener información suficiente sobre los diversos aspectos del cuidado. Ten claras las necesidades físicas, emocionales y cognitivas que pueden estar involucradas. Investiga los recursos y servicios gubernamentales disponibles en tu comunidad que pueden respaldar tus esfuerzos de cuidado.
  • Establece expectativas claras. Conversa sobre el tipo de ayuda que puedes proporcionar y lo que podría estar fuera de tu capacidad. Habla con honestidad sobre las situaciones en las que sientes confianza y las que te provocan incomodidad. Esto podría incluir el cuidado físico, la administración financiera y la responsabilidad legal. Establecer estos límites oportunamente te ayudará a evitar malentendidos y estrés más adelante.
  • Mantén una comunicación respetuosa. Inicia la conversación cuando las personas involucradas estén atentas y relajadas. Habla con empatía y respeto, reconociendo la dificultad de la situación para todas las partes. Al afirmar algo, usa la primera persona (yo) para expresar tus preocupaciones y evitar que tu ser querido sienta que lo acusas y que no puede defenderse. Por ejemplo, di: “Noté algunos cambios que me preocupan y quiero asegurarme de que tengas la ayuda que necesitas”.
  • Habla de las responsabilidades legales y financieras. El cuidado también implica consideraciones legales y financieras importantes. En ocasiones, implica obtener un poder notarial, revisar las instrucciones de atención médica y discutir la planificación patrimonial. Es útil consultar con profesionales legales y financieros para guiar estas discusiones.
  • Mantén la comunicación. Después de la conversación inicial, mantén canales de comunicación abiertos. Estar en contacto de manera regular le confirma a tu ser querido que te importa y que tu compromiso es a largo plazo. También facilita que la persona que recibe tus cuidados exprese cualquier cambio en sus necesidades o inquietud sobre los acuerdos que tienen.

Explora los aspectos físicos del cuidado

El manejo del aspecto físico del cuidado suele ser difícil para ambas partes. Puede implicar desde ajustar el entorno del hogar hasta levantar físicamente a tu ser querido.

Estos son los principales componentes físicos a considerar a medida que te preparas para cuidar a una persona mayor:

Determina dónde se llevarán a cabo las tareas de cuidado. Decide si recibirá los cuidados en tu casa, en la suya o en otro espacio. Cada lugar requiere preparativos y consideraciones diferentes, como la proximidad con los servicios de asistencia médica, el espacio disponible y la presencia de otros familiares.

Evalúa qué tan funcional es la persona mayor. Tómate el tiempo para identificar lo que la persona mayor puede hacer de forma independiente. ¿Puede entrar y salir de la cama? ¿Ir al baño? ¿Cocinar? ¿Gestionar medicamentos? ¿Pagar las cuentas a tiempo? Esto te ayudará a saber cuánto (y qué tipo de) soporte ofrecer.

Elabora un plan de actividad física. Ya sea caminar, estirarse o incluso hacer ejercicios sencillos en una silla, la actividad física es esencial para mantener la salud en cualquier etapa de la vida. Decide qué actividad física periódica se adaptará mejor a su capacidad física.

Coordina el cuidado nutricional. ¿Qué comerá tu ser querido? ¿Cómo te aseguras de que obtenga las vitaminas que necesita y la nutrición adecuada? Podrías necesitar preparar comidas o buscar un servicio de entrega que se adapte a su condición de salud específica.

Encárgate de las necesidades de seguridad de la casa. Ya sea que cuides a la persona mayor en su casa o en la tuya, asegúrate de que el lugar donde estarán es seguro. Por ejemplo, puedes instalar barras de sujeción en áreas críticas como el baño y a lo largo de las escaleras. Si tienen problemas de visión, mejora la iluminación en las zonas importantes. Asegúrate de que el piso no esté resbaladizo y retira las alfombras que puedan causar tropiezos.

Adapta los dispositivos de uso cotidiano. Observa el espacio que habitan y haz las modificaciones necesarias. Por ejemplo, adapta asas de agarre fácil en los utensilios, coloca una silla de baño en la regadera o agrega un asiento de inodoro elevado, si es necesario.

Organiza los traslados. Puede que tu ser querido ya no pueda conducir o usar el sistema de transporte público. Por lo tanto, es importante gestionar transporte confiable para citas médicas, mandados y eventos sociales. Puedes coordinar con un familiar o usar los servicios de transporte comunitario para ayudarlos a llegar de puerta en puerta.

Prepárate para las emergencias. Considera instalar sistemas de emergencia o proporcionar dispositivos portátiles para notificar familiares o servicios de emergencia si ocurre un accidente.

Recuerda: aunque prepararte para cuidar a una persona mayor parece abrumador, no tienes que hacerlo por tu cuenta. También hay muchos servicios gubernamentales, comunitarios y comerciales disponibles para ayudarte.

Sugerencias para manejar el estrés al cuidar a padres o madres mayores

Cuando las personas comienzan a cuidar a alguien, a menudo se sienten culpables, estresadas o abrumadas al experimentar un cambio de vida tan drástico. Si te sientes así, recuerda que hay más gente a tu alrededor. La transición al comenzar a cuidar a un adulto mayor es difícil y estos sentimientos son algo normal.

Cuando te desanimes, tómate un momento para replantearte la situación. En la infancia, necesitabas cuidados todo el tiempo. Probablemente, tus padres también buscaron momentos para el cuidado personal, contrataron ayuda y regresaron a trabajar. Concédete la misma oportunidad.

Estas acciones básicas (que no son lujos) te ayudarán a mantener tu bienestar, evitarán que tu rol de cuidador sea desgastante y pueden prevenir el agotamiento total.

Las siguientes sugerencias te ayudarán a manejar del estrés:

  • Busca y asegura recursos de soporte.. Busca grupos de soporte para personas cuidadoras locales, foros en línea, programas gubernamentales y recursos comunitarios que ofrezcan asesoría y asistencia. Considera explorar servicios como centros de cuidado diurno para adultos, cuidado temporal o personas cuidadoras profesionales a domicilio. Organizaciones como la Alzheimer’s Association y la Asociación americana de personas jubiladas (American Association of Retired Persons, AARP) también brindan valiosos recursos y orientación para las personas cuidadoras más jóvenes.
  • Prioriza el cuidado personal. Date descansos regulares: te los mereces y los necesitas. Programa tiempo para hacer ejercicio, elige una alimentación equilibrada y haz actividades que te revitalicen. ¿Te gusta leer? ¿Yoga? ¿Correr? ¿Kayak? Continúa con las actividades que te hacen sentir bien.
  • Pide ayuda cuando la necesites. Contacta a familiares, amistades o servicios profesionales cuando requieras ayuda. Considera delegar tareas como ir al súper, limpiar la casa o incluso algunas de las responsabilidades de cuidado para que puedas manejar otros aspectos importantes de tu vida y tu salud.
  • Establece límites. Establece límites claros sobre lo que puedes hacer y lo que no. Sé realista acerca de tu capacidad. Comunica tus límites a las personas involucradas en el cuidado de tu ser querido. Conocer tus límites evitará que te estreses al comprometerte con tareas que te exceden.
  • Mantén todo organizado. Lleva un horario detallado que contemple el tiempo para el cuidado, el trabajo, las actividades personales y el descanso. Usa calendarios, apps o agendas para ayudarte a recordar citas y gestionar tareas.
  • Mantén tu vida social. Programa tiempo para salir y divertirte con familia, amistades o colegas del trabajo. Considera compartir tus experiencias con otras personas que pueden escucharte y que incluso podrían estar en una situación similar.

Cuidar a una persona dependiente no siempre es fácil. Requiere tu tiempo, recursos y emociones. Para mantenerte bien, date permiso de cuidarte.

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